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martes, 25 de mayo de 2010

¿Qué es el decrecimiento?

Por una vida más frugal. Nicolás Ridoux

En el origen de la grave crisis actual hay una nueva manifestación de la desmesura, de la búsqueda infinita de omnipotencia. Las empresas y entidades financieras han estado persiguiendo obtener unos beneficios en crecimiento perpetuo. En esta búsqueda incesante del “cada vez más”, los mercados existentes no bastaban, y hubo que crear mercados incluso donde no existían. Las consecuencias de todo ello en la economía real serán por desgracia de amplio alcance, y afectarán especialmente a los más débiles. Como consecuencia de esta crisis, la mayoría de nuestros dirigentes, antes neoliberales, de repente parecen haber descubierto a Lord Keynes. Pues bien, ¿qué es lo que Keynes nos dice? “La dificultad no es tanto concebir nuevas ideas como saber librarse de las antiguas“.

Eso es lo que pretende el movimiento del “decrecimiento”, que propone una crítica constructiva, argumentada, pluridisciplinar, de rechazo de los límites que constriñen nuestras sociedades contemporáneas, para así poder liberarnos de ese “cada vez más”. La filosofía del decrecimiento trata de explicar que en muchas ocasiones “menos es más”.

¿Qué es exactamente lo que está ocurriendo en nuestros días? No estamos padeciendo una crisis sino un conjunto de ellas: crisis ecológica (energética, climática, pérdida de la biodiversidad, etcétera): crisis social (individual y colectiva, aumento de las desigualdades entre las naciones y en el seno de las mismas, etcétera), crisis cultural (inversión de valores, pérdida de referentes y de las identidades, etcétera), a lo que ahora se añade la doble crisis financiera y económica. Todas ellas no son crisis aisladas, sino más bien el resultado de un problema estructural, sistémico: cuyo origen está en la desmesura, en la búsqueda obsesiva del “cada vez más”.

¿Qué se puede decir sobre la crisis económica desde el punto de vista de quienes somos “objetores al crecimiento’”? Que nadie se equivoque, porque decrecimiento no es sinónimo de recesión. Tal como escribí hace mas de 10 años: “No hay que elegir entre crecimiento o decrecimiento, sino más bien entre decrecimiento y recesión. Si las condiciones ambientales, sociales y humanas impiden que siga el crecimiento, debemos anticipamos y cambiar de dirección. Si no lo hacemos, lo que nos espera es la recesión y el caos“

Ahora hemos entrado en recesión, pero que nadie se confunda, no en una sociedad de “decrecimiento”. Para empezar, no hemos cambiado nuestra organización social, y en la actual organización todas las instituciones y mecanismos redistributivos se nutren de la idea del crecimiento. En una sociedad así, cuando el crecimiento falla, la situación es inevitablemente dramática. El decrecimiento es algo totalmente distinto. Significa crecer en humanidad, esto es, teniendo en cuenta todas las dimensiones que constituyen la riqueza de la vida humana.

El decrecimiento no es un crecimiento negativo, ni propugna tampoco una recesión ni una depresión: seria ridículo tomar nuestro sistema actual y ponerlo del revés y de esa manera intentar superarlo. El decrecimiento supone que debemos desacostumbrarnos a nuestra adicción al crecimiento, descolonizar nuestro imaginario de la ideología productivista, que está desconectada de: progreso humano y social. El proyecto del decrecimiento pasa por un cambio de paradigma, de criterios, por una profunda modificación de las instituciones y un mejor reparto de la riqueza.

Es claro que el crecimiento económico pretende aliviar la suerte de los más desfavorecidos sin tocar demasiado las rentas de los más ricos, para no enfrentarse a su reacción política. En ese sentido, el decrecimiento pasa necesariamente por una redistribución (restitución) de la riqueza. En un mundo de recursos limitados, las cosas no pueden crecer de manera indefinida. Por eso, “la objeción al crecimiento” habla de la necesidad de compartir, el regreso de la sobriedad, en particular para aquellos que sobreconsumen. Hacemos nuestras estas palabras de Evo Morales, presidente de la República de Bolivia que el 24 de septiembre de 2008 afirmó en la Asamblea General de las Naciones Unidas: “No es posible que tres familias tengan rentas superiores a la suma de los PIB de los 48 países más pobres (…) Estados Unidos y Europa consumen de media 3.4 veces más que la media mundial Es necesario que bajen su nivel de consumo y reconozcan que todos somos huéspedes de una misma tierra“.

Hay que acabar con la idea de que “el crecimiento es progreso” y la condición sine qua non de un desarrollo justo El crecimiento es adornado por sus defensores con todas las virtudes, por ejemplo en materia de empleo. Sin embargo, como dijo Juan Somavia, director general de la OIT, en su informe de enero de 2007.
“Diez anos de fuerte crecimiento no han tenido más que un leve impacto -y sólo en un pequeño puñado de países- en la reducción del número de trabajadores que viven en la miseria junto con sus familias Así como tampoco ha hecho nada por reducir el paro“. En efecto, los beneficios empresariales han sido tan enormes que ni siquiera un crecimiento fuerte ha podido crear empleo, de ah la persistencia del paro La recesión agrava brutalmente este problema Pero es ilusorio pensar que, para que todo el mundo tenga trabajo, lo que hay que hacer es restaurar el crecimiento económico y aumentar cada vez más las cantidades producidas, esta sobreproducción no tiene ningún sentido, no consigue el pleno empleo y, encima
compromete gravemente las condiciones de supervivencia del planeta.

Volvamos a Keynes, aunque no et que relanza las economías desfallecientes gracias a la intervención del Estado, sino al que escribía en sus Perspectivas económicas para nuestros nietos (1930) que sus nietos (es decir, nuestra generación) deberían liberarse de la coacción económica, trabajar 15 horas semanales y tender a una mayor solidaridad que permitiese compartir el nivel de producción ya alcanzado. No hacerlo así, según él, nos llevaría a caer en una “depresión nerviosa universal”.

La filosofía del decrecimiento hoy dice que debemos trabajar menos para vivir mejor. No tener la mira puesta en el poder adquisitivo (que a menudo es engañoso y reduce al hombre a la única dimensión de consumidor), sino buscar el poder de vivir. Se trata de cambiar la actual organización de la producción y repartir mejor el trabajo: utilizar los beneficios obtenidos para que todos trabajen moderadamente y todas las personas tengan un empleo. Esta reorganización debe ir acompañada de una revisión de las escalas salariales No es aceptable que algunos empresarios ganen vanos centenares o miles de veces más el salario de sus propios trabajadores.

Reducir la cantidad de trabajo permitiría asimismo que pudiésemos llevar una vida más equilibrada, que nos realizáramos a través de cosas que no sean la sola actividad profesional: vida familiar, participación en la dinámica del barrio, vida asociativa, y también actividad política, práctica de las artes…

Un modo de vida más frugal, que se tomara en serlo los valoras humanistas y tuviese en cuenta la belleza, conduciría a producir menos pero con mejor calidad. Una producción de calidad pide habilidad y tiempo, y ofrecería empleos numerosos y más gratificantes. Supone no recurrir sistemáticamente a la potencia industrial (exige sobriedad energética) lo cual mejorana la necesidad de fuerza de trabajo (como se observa al comparar la agricultura intensiva, muy mecanizada, gran consumidora de petróleo pero parca en mano de obra, con la agricultura biológica). De esta manera, quizá también se pudiese equilibrar mejor trabajo intelectual y trabajo manual, y combatir al mismo tiempo la epidemia de obesidad que padecen nuestras sociedades demasiado sedentarias.

Devolver el protagonismo a la persona, restaurar el espíritu critico frente al modelo dominante del “cada vez más” y abrir el debate sobre nuestra forma de vivir y sus limites, saber tomarse tiempo para mantener una relación equilibrada con los demás, ése es el camino que propone la filosofía del decrecimiento. Se trata de sustituir el crecimiento estrictamente económico por un crecimiento “en humanidad”. Es una tarea estimulante, un desafío que merece la pena intentar.

Nicolás Ridoux es autor de “Menos es más. Introducción a la filosofía del decrecimiento” (Los Libros del Lince).

Visto en Decrecimiento Madrid.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Tú eliges

Tú eliges cómo quieres vivir.

Hora punta en Utrecht, una ciudad de Holanda.


Hora punta en Santa Ana, California


Visto en Ecología Blog

martes, 18 de mayo de 2010

Una oportunidad perdida

Esta tarde llego a mi trabajo y dejo el coche en el parking mirando a unos bloques de viviendas. Veo a unos niños con algo sospechoso en la mano. Nada más verlos, sin poder distinguir lo que es, mi sentido arácnido me lo dice. Se activan mis temores. De los tres niños, la más mayor lo deja en el contenedor de basura. Un niño, unos años más pequeño que ella, lo coge. Yo, sigo observando desde la distancia. Pasan dos señoras paseando a sus respectivos perros y se lo enseñan, hablan por unos segundos, pero las dos pasan de largo. La chica más mayor lo vuelve a coger y lo deja de nuevo en la basura. Ésta se va hacia los edificios y el niño, sin que ella lo vea, lo vuelve a coger. Cuando llega al portal ésta lo ve y le dice algo. El chico deja lo que lleva en la mano en el suelo, en un pequeño jardín que hay junto a los pisos. Cuando ya no los veo me acerco con una idea bastante clara de lo que me voy a encontrar. Es un gato, de unas dos semanas. Está agonizando. Lo cojo y el chico me ve. Viene hacia a mi y, casi llorando, me dice que si me lo puedo quedar, que se lo han encontrado muy enfermo pero su madre no le deja quedárselo, que ya lo han llevado al veterinario y que le ha dado suero para hidratarlo. Le digo que casualmente a 2 minutos hay una clínica veterinaria, de una amiga, y que se lo voy a llevar para que lo vea. Le digo que no se preocupe. El chaval se queda más tranquilo y sonríe. Llego a la clínica. La veterinaria, nada más verme me pregunta si no es ese el gato que tenían unos críos hace un rato. Asiento con la cabeza. La veterinaria me cuenta que el gato había llegado con la boca llena de piedras, que han intentado sacarle las que han podido pero que al menos una se ha tragado y que, como se ve, el gato está muy mal. Le digo que sí, pero al menos que muera en un lugar tranquilo y calentito. Al final, se lo ha quedado ella. A ver si hubiera suerte y la piedra no se le hubiese atascado.

Creo que la madre ha perdido una gran oportunidad para enseñarle a sus hijos varias cosas, como por ejemplo que cuando alguien sufre nunca hay que mirar hacia otro lado pues nunca sabes de qué lado vas a estar tú la próxima vez. También que cuando la muerte es segura aun podemos hacer algo, y es hacer ésta lo más dulce posible. Puede que mientras escribo esto el gato ya esté muerto, pero habrá muerto tranquilo, caliente y sin estrés.


El gato de la foto no es el protagonista de esta historia, aunque, el comienzo de su historia no es muy distinto. Lo encontré, con dos o tres días, enganchado en una red. A pleno sol intentaba desengancharse y estaba al limite de sus escasas fuerzas. Chillaba con todas sus fuerzas. Tenía la boca seca y estaba ardiendo. Tanto chillaba que desde 200m lo escuché. Como el otro gato, su aspecto era realmente malo. El único planteamiento que vi fue intentarlo. Finalmente se recuperó y fue adoptado.

lunes, 17 de mayo de 2010

Temor justificado

Vivo con el miedo de que alguien se ponga dos Power Balance y domine el mundo.
Visto en Microsiervos

domingo, 16 de mayo de 2010

Nosotros alimentamos al mundo

Nosotros alimentamos al mundo es un interesante documental donde se muestra la situación actual de la producción alimentaria mundial que, como poco, se puede calificar de disparate.



El comienzo no puede ser más impactante. Se nos muestra la cantidad de pan que se tira, cuando aún es válido para el consumo. El resto del documental da un repaso a la situación de la agricultura, pesca, etc. y las consecuencias de la globalización.

miércoles, 12 de mayo de 2010

Cómo vas a saber



Visto en el Blog de Fende-Testas

domingo, 9 de mayo de 2010

Problemas que no son problemas IV



“¡Pero no hay nada que yo no pueda hacer en mi silla!. Subo, bajo, entro, salgo, he atravesado selvas y playas, he viajado por Francia, Italia, Grecia, Alemania, Escocia, Tailandia, Malasia, Singapur… Acabo de regresar de un viaje de seis meses por toda Sudamérica… (…) La silla es más ventaja que inconveniente: la gente te pregunta qué te pasa, de dónde vienes…, y así haces un montón de amigos”

“Fue muy duro para mis padres permitir mi felicidad. Agradezco que se hayan esforzado tanto en no ayudarme, en no decirme: “Esto no puedes hacerlo porque vas en silla de ruedas”

“Soy plenamente feliz (…) Viajo con 3 euros al día. ¿POR QUÉ NOS COMPLICAMOS TANTO LA VIDA? Siempre hay dónde dormir, siempre hay algo que comer. Conoces a gente, y todo fluye. ¡Qué sencillo es el mundo! Lo he entendido viajando. Bastan cuatro cosas: dormir, comer, ducharse y hacer amigos”

“¿QUÉ ES MEJOR QUE NO REALIZAR MIS SUEÑOS? (…) Cuando haces lo que de verdad quieres, el universo entero conspira a tu favor. Mira alrededor y decide: tú puedes elegir vivir triste o contento. YO ELIJO LA FELICIDAD. No veo entre nosotros razones para ser infeliz”
Albert Casals


Visto en El blog alternativo

jueves, 6 de mayo de 2010

Importancia de las cosas

Las cosas son importantes cuando las necesitamos. Si no las necesitamos, no son importantes.
Nuestros ancestros creían que tú eras dueño de algo sólo mientras lo necesitabas. Luego se lo pasabas a otra persona. En nuestra forma de vida, todo tenía su uso y luego regresaba a la tierra. Teníamos tazas y platos de madera, o cosas hechas de barro. Cabalgábamos o caminábamos. Hacíamos cosas de las cosas de la tierra. Después, cuando ya no las necesitábamos, las quemábamos o las dejábamos, y regresaban a la tierra. Ahora ya no podemos hacer eso. Ahora las cosas ya no regresan a la tierra.
Anciano indio
Visto en la interesante revista Agenda Viva Digital, número 19.

martes, 4 de mayo de 2010

Críticas de cine

Francófobos abstenerse. (...) Hay algo medularmente francés en el sofisticado modelo de cursilería y en la tupida red de mentiras que encuentran en esta película su carcasa ideal (...) bien podría ser firme opositora al título de película más repugnante de la temporada.
Jordi Costa: Diario El País

La elegancia del buen cine. (...) Hermoso drama, pequeñito y sin pirotecnia, que habla de sentimientos sin sentimentalismo, adapta un libro sin ser literario e invita a la reflexión sin aburrir. (...) Vayan a verla. (...) Puntuación: *** (sobre 5).
Federico Marín Bellón: Diario ABC

Las dos críticas hablan de la misma película: El erizo. Después de haberla visto, me quedo con la crítica de Federico Marín Bellón.