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viernes, 30 de noviembre de 2007

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Objetivos

Cuando el objetivo te parezca difícil, no cambies de objetivo; busca un nuevo camino para llegar a él.

martes, 27 de noviembre de 2007

¿Por qué tuve que nacer, si nadie me quería?

Soledad

La soledad es un buen refugio, pero una pésima morada.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Cuerdas eléctricas

Patrick Rondat me era desconocido hasta que empezó a colaborar con Jean-Michel Jarre en Chronologie. Hay que reconocer que sabe tocar la guitarra y que no es malo versioneando.

Vivaldi Tribute:




Vivaldi Tribute live in Gdansk:


Con Johan Schurer versioneando Digisequencer:

domingo, 25 de noviembre de 2007

Toccata y Fugue en D Minor

A ver si se pone de moda otra vez lo de tocar el órgano en misa...
Tal vez así vuelva a pisar una iglesia.

sábado, 24 de noviembre de 2007

Una historia real de ‘Animal Crossing’



Visto en: IonLitio
Más información: Animal Crossing

viernes, 23 de noviembre de 2007

Hydraulophone

No sé como se traducirá al español, pero quiero un Hydraulophone.
El problema que le veo es tocarlo en invierno. Y, cómo no, surge la duda de a quién tienes que llamar para afinarlo/repararlo, ¿a un músico o a un fontanero?
En cualquier caso me encanta el sonido que tiene.

Canon:


House of the Rising Sun:


In concert:


Más:

jueves, 22 de noviembre de 2007

Józef Skrzek & Minimoog



Jósef Skrzek
Buena la mezcla de Minimoog con el órgano.

Cambio climático

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Después de Fibonacci

A cualquiera que haya estudiado programación, Fibonacci le sonará por la Sucesión de Fibonacci. Es uno de los ejercicios típicos cuando se ve la recursividad. Pero la Sucesión de Fibonacci se encuentra en la naturaleza, casi donde quiera que miremos.
En esta escena de Después de medianoche, el protagonista habla sobre ella.



Más información:

martes, 20 de noviembre de 2007

Nazis o Punkis?

Aprendiendo a ser

Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma.

Y uno aprende que el amor no significa recostarse y una compañía no significa seguridad.

Y uno empieza a aprender… que los besos no son contratos y los regalos no son promesas.

Y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.

Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes… y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado hasta el calorcito del sol quema.

Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale.

Y uno aprende y aprende…

Y con cada adiós uno aprende.


Visto en: Una chica del monton

lunes, 19 de noviembre de 2007

Diálogos gatunos

Bob Esponja Rulez!

domingo, 18 de noviembre de 2007

Lo que cuenta...

No todo lo que cuenta puede ser contado y no todo lo que puede ser contado cuenta.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Txoria txori

Txoria txori es una sencilla pero bonita canción de Mikel Laboa. Para algunos es un canto a la libertad. Para otros, en cambio, nos quiere mostrar la importancia de aceptar a las personas tal y como son, aun cuando su naturaleza pueda hacer que las perdamos.

Txoria txori:

Hegoak ebaki banizkio
nerea izango zen,
ez zuen aldegingo.
Bainan, honela
ez zen gehiago txoria izango
eta nik...
txoria nuen maite.
El Pájaro (es) pájaro:

Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío,
no habria escapado.
Pero así,
habría dejado de ser pájaro.
Y yo...
yo lo que amaba era un pájaro.


viernes, 16 de noviembre de 2007

Italian Spiderman

A Ed Wood se le considera el padre de la Serie Z, subgénero dentro de la Serie B. Plan 9 del espacio exterior fue de hecho la primera película de la Serie Z. Vamos, que tuvieron que crearle una nueva categoría porque era demasiado mala para meterla junto a las de Serie B.
Lo que ya no sé es dónde hay que meter a esta peli:

jueves, 15 de noviembre de 2007

Humor montañés



miércoles, 14 de noviembre de 2007

Muros

La canción Mury (muros) fue compuesta por el cantante polaco Jacek Kaczmarski en 1978, convirtiéndose, a principio de los años ochenta, en un símbolo de la oposición al régimen comunista, especialmente entre los trabajadores de Solidaridad. Mury, está inspirada en la canción L'Estaca del catalán Lluís Llach y utiliza la música de la misma.

Irónicamente, la idea inicial de Kaczmarski era la de hacer una crítica a las canciones que son robadas a sus autores por las masas para ser convertidas por éstas en un arma para sus causas; Pero a pesar de ello y de su final pesimista: “Y los muros crecieron, crecieron, crecieron”, el fuerte mensaje de lucha contra las autoridades opresoras que la canción contiene, hicieron que ésta pasara rápidamente a convertirse en una canción protesta por trabajadores y estudiantes, siendo adoptada como la canción no oficial de Solidaridad.

El estribillo se convirtió en su parte más conocida, mientras que la pesimista parte final fue obviada en muchas ocasiones, lo que Kaczmarski subrayaba como una gran malentendido del verdadero significado de la canción.

En 1987, tras un perido de fuertes represiones del gobierno (ley marcial), que consiguió desgastar el apoyo a Solidaridad, y antes de que tuviera lugar el acuerdo de la Mesa Redonda polaca de 1989, un Kaczmarski decepcionado con la desilusión que veía en la sociedad polaca, escribió una nueva canción: Mury ’87, que retoma el tema de Mury y critica la apatía de la sociedad. En esta canción, que él denominó el antónimo de Mury, Kaczmarek consideraba que en vez de cantar y esperar, la gente debía actuar.

El 26 de agosto de 2005, con motivo del 25 aniversario de la creación de Solidaridad, la canción fue interpretada por Jean-Michel Jarre con el Coro Académico de la Universidad de Gdansk.

Letra en polaco:

Mury - Jacek Kaczmarski


On natchniony i młody był, ich nie policzyłby nikt
On im dodawał pieśnią sił, śpiewał że blisko już świt.
Świec tysiące palili mu, znad głów podnosił się dym,
Śpiewał, że czas by runął mur...
Oni śpiewali wraz z nim:

Wyrwij murom zęby krat!
Zerwij kajdany, połam bat!
A mury runą, runą, runą
I pogrzebią stary świat!

Wkrótce na pamięć znali pieśń i sama melodia bez słów
Niosła ze sobą starą treść, dreszcze na wskroś serc i głów.
Śpiewali więc, klaskali w rytm, jak wystrzał poklask ich brzmiał,
I ciążył łańcuch, zwlekał świt...
On wciąż śpiewał i grał:

Wyrwij murom zęby krat!
Zerwij kajdany, połam bat!
A mury runą, runą, runą
I pogrzebią stary świat!

Aż zobaczyli ilu ich, poczuli siłę i czas,
I z pieśnią, że już blisko świt szli ulicami miast;
Zwalali pomniki i rwali bruk - Ten z nami! Ten przeciw nam!
Kto sam ten nasz najgorszy wróg!
A śpiewak także był sam.

Patrzył na równy tłumów marsz,
Milczał wsłuchany w kroków huk,
A mury rosły, rosły, rosły
Łańcuch kołysał się u nóg...

Patrzy na równy tłumów marsz,
Milczy wsłuchany w kroków huk,
A mury rosną, rosną, rosną
Łańcuch kołysze się u nóg...



Traducción al castellano:

Muros


Él era joven e inspirado, ellos eran incontables.
Él les infundía coraje con osu canción, cantaba que el alba ya estaba cerca.
Ellos le encendían miles de velas, el humo se alzaba sobre sus cabezas.
Él cantaba que ya era hora que el muro cayera...
Ellos cantaron con él:

¡Arranca de cuajo los barrotes del muro,
Rompe los grilletes, rompe el látigo,
Y los muros caerán, caerán, caerán,
Y enterrarán al viejo mundo!

Pronto aprendieron la canción de memoria, y tan sólo la melodía, sin la letra,
llevaba en sí la vieja esencia, el estremecimiento de corazones y cabezas.
Y así cantaron, marcando el ritmo con sus palmas, que sonaban como un disparo.
Y la cadena era pesada, el alba se hacía esperar...
Y él siguio cantando y tocando:

¡Arranca de cuajo los barrotes del muro,
Rompe los grilletes, rompe el látigo,
Y los muros caerán, caerán, caerán,
Y enterrarán al viejo mundo!

Y así vieron cuán numerosos eran, y sintieron la fuerza y el momento,
y cantando que el alba estaba cerca, caminaban a través de las calles de la ciudad;
derribaban las estatuas y destrozaban el pavimento -¡Éste con nosotros!, ¡Éste contra nosotros!-.
¡Nuestro peor enemigo es el que esté solo!
Y el cantante también estaba solo.

Él observaba la firme marcha del gentío,
en silencio escuchaba el estruendo de los pasos.
Y los muros crecieron, crecieron, crecieron
la cadena meciéndose a los pies.

Él observaba la firme marcha del gentío.
En silencio escuchaba el estruendo de los pasos.
Y los muros crecen, crecen, crecen,
la cadena se mece a los pies.


Traducción de Magdalena Wawrzkiewicz y Manuel Sánchez Rosa

Mury de Jacek Kaczmarski:


Mury, versión de Jean Michel Jarre:


L'estaca, de Lluis Llach:


Visto en: Polonia en español

martes, 13 de noviembre de 2007

Yann Tiersen. Rue de cascades (directo)

Oh my god!!

lunes, 12 de noviembre de 2007

Principios de diseño

Genial e irónico vídeo sobre lo que tienen que aguantar los diseñadores de sus clientes.

domingo, 11 de noviembre de 2007

sábado, 10 de noviembre de 2007

Japos con superpoderes



Visto en: Kirai.net

viernes, 9 de noviembre de 2007

Yo también....

miércoles, 7 de noviembre de 2007

El más tonto del pueblo

Hola, me llamo “fulanito” y soy el motero más tonto de mi pueblo. Voy a enseñaros lo que soy capaz de hacer con mi flamante Yamaha R6.

Un Burn-Out espectacular, pero con final inesperado por el propietario de la moto. Y todavía el tío, después de todo, intenta arrancarla dándole al botón. Menudo personaje. Ahora, la cara de la pareja/esposa del tipo y el tono en el que le dice algo, no necesita traducción. Gracias a espectáculos así, cuando dices que eres motero, la gente te rehuye sin querer saber más explicaciones.


Visto en: Moto22

martes, 6 de noviembre de 2007

Canon de Pachelbel

Siempre me ha gustado el Canon de Pachelbel. Qué tendrá....

Genial vídeo del humorista Rob Paravonian:



El cuarteto de guitarras de Los Angeles:



La ya clásica versión de JerryC tocada por Funtwo:



Y en versión "Community":



Visto en: CPI

lunes, 5 de noviembre de 2007

La mujer, según Confucio

La mujer es lo más corruptor y lo más corruptible que hay en el mundo.

Política + Religión. No gracias.

domingo, 4 de noviembre de 2007

Religiones del mundo

:lol:

Mi fiel amigo


Visto en: dirty.ru

sábado, 3 de noviembre de 2007

Grafitis

viernes, 2 de noviembre de 2007

Cuentos Zen

Ahí van unos breves cuentecitos Zen:

Había dos monjes que estudiaban en un seminario y a los dos les encantaba fumar. Su problema era: “¿Puedo fumar cuando estoy orando?”. No podían llegar a un acuerdo, de modo que cada uno de ellos acudió a consultar a su superior. Tiempo después se volvieron a reunir, y un monje le preguntó al otro si su abad le había dicho que podía fumar.

- No, me regañó mucho por el mero hecho de mencionarlo. ¿Qué te dijo tu abad?

- Mi abad estuvo encantado conmigo. Me dijo que no había problema. Pero, ¿qué le preguntaste a tu abad?

- Le pregunté si podía fumar mientras rezaba.

-Bueno, ya lo tienes. Yo le pregunté: “¿Puedo rezar mientras fumo?”.

Un mismo problema cambia según como lo mires. Otro ejemplo, otro cuentecito Zen:

El rey soñó que se habían caído todas las hojas de su árbol favorito, y que éste se había quedado desnudo. Mandó llamar a su interpretador de sueños, que le dijo: “Majestad, éste es un sueño terrible. Significa que vais a perder a todos vuestros parientes”. El intérprete de sueños fue encerrado en una mazmorra. Otra noche volvió a tener el mismo sueño y mandó llamar a otro intérprete de sueños. Éste le dijo: “Majestad, es un sueño estupendo. ¡Vais a sobrevivir a todos vuestros parientes!”.

¡Todo depende del color del cristal con que se mira!

A veces, preocupados por lo que pueda pasar, nos perdemos la vivencia de un buen momento presente. Esto es ilustrado en este otro cuento:

Un hombre viajando a través de un campo se encontró con un tigre. Huyó corriendo, mientras el tigre corría tras de él pisándole los talones. Llegando a un precipicio, se agarró de la raíz de una enredadera salvaje y se deslizó por el borde. El tigre lo olfateaba desde arriba. Temblando, el hombre miró hacia el fondo del precipicio, donde otro tigre esperaba ávido su caída para comérselo. Sólo la enredadera lo sostenía. Dos ratones, uno blanco y otro negro, empezaron a roer la enredadera. El hombre vio una deliciosa fresa cerca de él. Agarrándose de la enredadera con una mano, alcanzó la fresa con la otra. ¡Qué dulce sabía!...

¡Eso es vivir el momento y olvidarse de “paranoias” jejeje! Total, lo que tenga que pasar, pasará, pero eso no impide que disfrutemos cada momento y lo vivamos con intensidad. ¡Y las fresas silvestres están buenísimas!

Un granjero vivía en una pequeña y pobre aldea. Sus vecinos le consideraban afortunado porque tenía un caballo con el que podía arar su campo. Un día el caballo se escapó a las montañas. Al enterarse los vecinos acudieron a consolar al granjero por su pérdida. "Qué mala suerte", le decían. El granjero les respondía: “mala suerte, buena suerte, quién sabe”.

Unos días más tarde el caballo regresó trayendo consigo varios caballos salvajes. Los vecinos fueron a casa del granjero, esta vez a felicitarle por su buena suerte. “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”, contestó el granjero.

El hijo del granjero intentó domar a uno de los caballos salvajes pero se cayó y se rompió una pierna. Otra vez, los vecinos se lamentaban de la mala suerte del granjero y otra vez el anciano granjero les contestó: “Buena suerte, mala suerte, quién sabe”.

Días más tarde aparecieron en el pueblo los oficiales de reclutamiento para llevarse a los jóvenes al ejército. El hijo del granjero fue rechazado por tener la pierna rota. Los aldeanos, ¡cómo no!, comentaban la buena suerte del granjero y cómo no, el granjero les dijo: “Buena suerte, mala suerte, ¿quien sabe?”.

El maestro zen Hakuin era conocido entre sus vecinos como aquel que llevaba una vida pura.

Una jovencita japonesa muy atractiva, cuyos padres regentaban una tienda de comidas, vivía cerca de su casa. Una mañana, repentinamente, los padres descubrieron con espanto que la muchacha estaba embarazada.

Esto puso a los tenderos fuera de sí. La joven, al principio, se negaba a delatar al padre de la criatura, pero después de mucho hostigarla y amenazarla acabó dando el nombre de Hakuin.

Muy irritados, los padres fueron en busca del maestro. “¿Es así?”, fue todo lo que él dijo.

Al nacer el niño, lo llevaron a casa de Hakuin para que se hiciese cargo de él. Por entonces Hakuin había perdido ya toda su reputación, lo cual no le preocupaba mucho, pero en cualquier caso no faltaron atenciones en la crianza del niño. Los vecinos daban a Hakuin leche y cualquier otra cosa que el pequeño necesitase.

Pasó un año, y la joven madre, no pudiendo resistir más, confesó a sus padres la verdad: que el auténtico padre del niño era un hombre joven que trabajaba en la pescadería.

La madre y el padre fueron en seguida a casa de Hakuin para pedirle perdón. Después de haberse deshecho en disculpas, le rogaron que les devolviese el niño.

Hakuin no puso ninguna objeción. Al entregarles el pequeño, todo lo que dijo fue: “Es así?”.

Tanzan y Ekido eran dos monjes que caminaban juntos por un sendero lleno de barro. Llovía persistentemente. Al doblar un recodo se encontraron de frente con una hermosa joven vestida con un quimono de seda, la cual no se atrevía a cruzar el camino por miedo a mancharse.

“Ven aquí, muchacha”, dijo Tanzan; y tomándola en sus brazos, pasó limpiamente al otro lado a través del barro.

Ekido no dijo una sola palabra. Al caer la noche, los dos amigos encontraron alojamiento en un monasterio. Entonces Ekido no pudo contenerse más. “Se supone que nosotros los monjes debemos mantenernos alejados de las mujeres”, recriminó a Tanzan, “especialmente si son jóvenes y bonitas. No hacerlo así es peligroso. ¿Cómo pudiste llevar a aquella muchacha entre tus brazos?”.

“Dejé a la chica en el camino”, replicó Tanzan. “¿Aún sigues llevándola?”.

El siguiente cuento es gracioso:

Con tal que proponga a sus moradores, y lo gane, un debate sobre cualquier aspecto del budismo, todo monje vagabundo tiene derecho a quedarse en un monasterio zen. Si, por el contrario, sale derrotado, deberá marcharse.

Dos hermanos, ambos monjes, vivían solos en un monasterio en el norte del Japón. El hermano mayor era muy docto, mientras que el pequeño era estúpido y le faltaba un ojo.

Un monje vagabundo llegó cierto día al monasterio en busca de alojamiento. Según la costumbre, desafió a los hermanos a entablar una discusión sobre la sublime enseñanza. El mayor, que se encontraba bastante cansado de tanto estudiar, pidió al más joven que ocupara su puesto. “Ve y arréglatelas para que el diálogo se haga en silencio”, le aconsejó, pues conocía su escasa habilidad con las palabras.

El joven monje y el recién llegado se dirigieron al oratorio y tomaron asiento.

Poco después, el forastero llegaba corriendo hasta el lugar donde se encontraba el hermano mayor. “Puedes sentirte satisfecho”, le dijo. “Tu joven hermano es un eminente budista. Me ha derrotado”.

“Cuéntame cómo se desarrolló el diálogo”, le rogó el hermano mayor.

“Al sentarnos”, explicó el viajero, “yo levanté un dedo, representando al Buda, el Iluminado. Él replicó levantando dos dedos, dando a entender que una cosa era el Buda y otra sus enseñanzas. Tras lo cual yo alcé tres dedos, simbolizando al Buda, sus enseñanzas y sus seguidores, llevando una vida armoniosa. Pero él entonces me lanzó un puño a la cara, indicándome que las tres cosas proceden de una comprensión única. Fue así como me ganó, y por lo tanto yo no tengo derecho a quedarme”. Dicho esto, reemprendió su camino y se fue.

De repente apareció el hermano menor, exclamando: “¿Dónde se ha metido ese tipo?”.

“Tengo entendido que ganaste el debate”, comentó el mayor.

“No gané nada. Vengo a darle una paliza a ese monje”.

“Cuéntame cuál fue el tema de la discusión”, dijo el hermano mayor.

“¡El tema!... Pues bien: Nada más sentarnos, ese tipo levantó un dedo, insultándome al insinuar que sólo tengo un ojo. No obstante, puesto que se trataba de un forastero, pensé que era mi obligación portarme cortésmente, así que le mostré dos dedos, felicitándolo por su buena suerte, que le había permitido conservar ambos ojos. Pero entonces, el muy miserable alzó impunemente tres dedos, sugiriendo que entre él y yo no sumábamos más que tres ojos. Esto me sacó de mis casillas y empecé de darle de puñetazos, pero él logró escapar y así acabó todo”.

En fin, que una cosa son los hechos y otra lo que cada uno interprete de ellos jejeje…

Cierto día, estando Banzan paseando por el mercado, oyó por casualidad la conversación entre un carnicero y su cliente.

“Deme el mejor pedazo de carne que tenga”, decía este último.

“Todo lo que hay en mi tienda es lo mejor”, replicaba el carnicero. “No hallará aquí ninguna pieza de carne que no lo sea”.

Al oír estas palabras, Banzan fue iluminado.

(Se alude a que en la Vida, lo que viene, viene… ¡y no hace falta darle más vueltas! jejeje…).

Una tarde, hallándose Shichiri Kojun recitando sutras, un ladrón entró en su casa, armado con una afilada espada, y le pidió la bolsa o la vida.

“No me distraigas”, le dijo Shichiri. “Encontrarás el dinero en ese cajón”. Y reanudó la lectura.

Poco después interrumpió la recitación y llamó al ladrón. “No lo cojas todo. Necesito algunas monedas para pagar mañana la contribución”.

El intruso metió en sus bolsillos la mayor parte del dinero y se dispuso a irse. “Da las gracias cuando recibas un regalo”, añadió Shichiri. El hombre así lo hizo, y acto seguido escapó.

Algunos días más tarde, el ladrón fue detenido y confesó, entre otros, el robo perpetrado en casa de Shichiri. Al ser requerido como testigo, declaró: “Este hombre no es un ladrón, al menos en cuanto a mí concierne. Yo le di el dinero y él me dio las gracias por ello”.

Una vez cumplida su condena en la prisión, el hombre fue a ver a Shichiri y se hizo su discípulo.

Un estudiante preguntó al maestro chino Sozan. “¿Cuál es la cosa más valiosa del mundo?”.

El maestro dijo: “La cabeza de un gato muerto”.

“¿Por qué la cabeza de un gato muerto es la cosa más valiosa del mundo?”, inquirió el estudiante.

Sozan replicó: “Porque nadie puede decir su precio”.

Los estudiantes de la escuela Tendai solían practicar la meditación mucho antes de que el zen llegase al Japón. Cuatro de estos estudiantes, amigos íntimos, se prometieron el uno al otro en cierta ocasión observar siete días de absoluto silencio.

Durante el primer día, todos permanecieron callados. Su meditación había empezado con buen pie. Pero al caer la noche, como fuera que la luz de las lámparas de aceite había empezado a palidecer, uno de los estudiantes no pudo evitar decir a un sirviente: “Recarga esas lámparas”.

Un segundo estudiante se quedó estupefacto al oír hablar al primero. “Se suponía que no íbamos a decir una palabra”, observó.

“Sois los dos unos estúpidos. ¿Por qué habéis hablado?”, preguntó un tercero.

“Yo soy el único que no digo nada”, concluyó el cuarto estudiante.

Ryokan dedicó su vida entera al estudio del zen. Un día se enteró de que su sobrino, haciendo caso omiso de las advertencias de sus familiares, estaba dilapidando su patrimonio con una cortesana. Dado que éste había ocupado el lugar de Ryokan en la dirección de los asuntos de la familia, y viendo sus propiedades en grave peligro de desaparecer del todo, los parientes pidieron a Ryokan que hiciese algo al respecto.

Un largo viaje tuvo que hacer Ryokan para visitar a su sobrino, al que hacía muchos años que no veía. Éste pareció muy contento de encontrarse de nuevo con su tío, y le invitó a pasar la noche en su casa.

Ryokan estuvo sentado en la postura de meditación hasta el alba. Cuando se disponía a partir, por la mañana, dijo a su joven pariente: “Debo de estar haciéndome viejo; me tiemblan las manos y no soy capaz de atar las correas de mis sandalias de paja. ¿Querrías ayudarme?”.

El sobrino hizo lo que se le pedía gustosamente. “Gracias”, concluyó Ryokan. “Ya ves, nos vamos haciendo más y más viejos y débiles a cada día que pasa. Cuídate mucho”. Dicho esto se marchó, sin haber mencionado una sola palabra sobre la cortesana ni sobre las quejas de los parientes. Sin embargo, desde aquella mañana, el desenfreno y las disipaciones tocaron a su fin.

Los maestros zen enseñan a sus jóvenes pupilos a expresarse por sí mismos. Dos monasterios zen, vecinos entre sí, tenían cada uno de ellos un pequeño protegido. Sucedió que uno de ellos, yendo por la mañana a comprar legumbres, se encontró con el otro en el camino.

“¿Adónde vas?”, le preguntó al verlo.

“Voy a donde mis pies me lleven”, respondió el otro.

Esto dejó confundido al primer pupilo, que fue enseguida a consultar a su maestro. “Mañana por la mañana”, le aconsejó éste, “cuando vuelvas a encontrarte con ese muchacho, repítele la pregunta que le formulaste hoy. Te responderá lo mismo, y entonces le dirás: «Supón que no tuvieses pies. ¿Adónde irías entonces?». Esto lo pondrá sin duda en un buen aprieto”.

Los dos muchachos se encontraron a la mañana siguiente.

“¿Adónde vas?”, preguntó el primero.

“Voy allá donde me lleve el viento”, respondió el otro.

Esto volvió a dejar perplejo al jovencito, que contó su fracaso a su maestro.

“La próxima vez pregúntale adónde iría si no soplase el viento”, le sugirió éste.

Al día siguiente se encontraron por tercera vez.

“¿Adónde vas?”, preguntó el primero.

“Voy al mercado a comprar legumbres”, replicó el otro.

Eran muchos los pupilos que practicaban la meditación con el maestro zen Sengai. Uno de ellos solía levantarse por la noche, escalaba el muro del monasterio y marchaba a divertirse a la ciudad.

En cierta ocasión, yendo de inspección por los dormitorios, Sengai descubrió que faltaba uno de los monjes. Encontró también el taburete del que se servía el fugitivo para escalar el muro. Sengai lo quitó entonces de su sitio y ocupó su lugar.

Cuando el monje volvió, creyendo que se apoyaba en el taburete, pisó con fuerza sobre la cabeza del maestro y saltó al patio del monasterio. Al reparar en lo que había hecho, se quedó horrorizado.

Sengai le dijo: “Hace bastante frío a estas horas. Ten cuidado, no vayas a coger un resfriado”.

Después de este incidente, el monje no volvió a salir nunca por las noches.

Antaño, hace ya muchos años, se utilizaban en el Japón cierta clase de linternas hechas de papel y bambú, con una vela en su interior. Un hombre ciego, que había ido a visitar a un amigo por la noche, recibió de éste una de esas linternas para que hiciese el camino de vuelta a casa.

“¿Para qué quiero yo una linterna?”, inquirió el ciego. “Oscuridad y luz son para mí la misma cosa”.

“Sé que no necesitas una linterna para encontrar el camino”, replicó el amigo, “pero si no la llevas, algún otro podría tropezar contigo, así que es mejor que la cojas”.

El ciego partió con la linterna de la mano, pero apenas se había alejado un corto trecho cuando chocó de frente con alguien. “¡Mira por dónde andas!”, le gritó al desconocido. “¿Es que no ves la linterna?”.

“Tu linterna se ha apagado, hermano”, respondió el hombre.

Y para terminar, unos chistes:

Un cura cristiano y un rabino estan sentados juntos en un avión, en primera clase. Se les acerca la aeromoza y les pregunta qué quieren beber. El rabino contesta:

- Yo me tomaré un martini, gracias.

- ¿Y usted?

El cura contesta indignado:

- ¡Pero cómo se atreve! ¡Antes que mancillar mi cuerpo tomando alcohol cometería adulterio!

Entonces el rabino se apresura a decir:

- ¡Eh! ¡Deje lo del martini! ¡No sabía que se podía elegir!

Un sacerdote protestante, un rabino y un cura, estaban discutiendo el modo de decidir qué parte de la colecta de dinero que cada uno realizaba tenía que ser retenida para necesidades personales y qué parte debía ser enviada a sus respectivas organizaciones.

“Yo dibujo una línea”, dijo el protestante, “sobre el suelo. Lanzo todo el dinero al aire. El que cae a la derecha me lo quedo; el que cae a la izquierda, es del Señor”.

El cura asintió con la cabeza diciendo: “Mi sistema es esencialmente el mismo, solamente que yo empleo un círculo. Lo que cae dentro es mío; lo que cae afuera es suyo”.

El rabino sonrió y dijo: “Yo hago lo mismo. Lanzo todo el dinero al aire. Lo que coja Dios, es suyo”.

Iban Jesucristo y San Pedro en una moto a 200 por hora, cuando dice San Pedro:

- ¡Mira a Lázaro! ¡¡Mira a Lázaro!!

Jesucristo acelera y lo atropella, y se bajan descostillados de la risa.


- Pensé que no lo habías visto ¡¡¡jua jua jua!!!


- juajua ja jua.....


Luego dice Jesucristo:


- Bueno, ya. Ve Lázaro, ¡levántate! ¡Lazarooo, levántate! ¡Lazaro! ¡Levántate! ¡¡LAZARO!! ¡¡QUE TE LEVANTES!! ¡¡Mierda!! Vámonos San Pedro, ¡¡que éste no es Lázaro!!

El cura del pueblo se queja sumamente enojado al rabino:

- Alguno de tus feligreses me ha robado la bicicleta.

El rabino le responde:

- ¿Y por qué crees que ha sido alguno de mis feligreses?

- ¡Qué católico le va a robar la bicicleta al cura!

- No sé. Mira, vamos a hacer lo siguiente, yo el Sábado y tú el Domingo, cuando demos el sermón, lo haremos sobre los diez mandamientos. Seguro que cuando hablemos sobre el "NO ROBARÁS" el que lo haya hecho se arrepentirá y te devolverá la bicicleta.

Así que quedan de acuerdo en hacer lo antes dicho y reencontrarse el lunes. Ese lunes, el rabino dice:

- ¿Qué, hiciste lo que pactamos?

- Sí, fue una gran idea.

- ¿Y te devolvieron la bicicleta?

- No, ¡qué va...! Pero la he recuperado de todas formas, lo que pasó es que cuando llegué al "NO FORNICARÁS" me acordé de dónde estaba la bicicleta.

En un convento...
Dice la madre superiora: “¡Ha entrado un hombre!”
Todas las monjas: - ohhhhhhh
Una: - jejejejeje
La madre superiora: “¡Ha usado un preservativo!”
Todas: - ohhhhhhh
Una: - jejejejeje
La madre superiora: “Pero estaba roto...”
Todas: - JEJEJEJEJE
Una: - OHHHHHHHHH

El último chiste ilustra cuando nos aferramos a nuestras tradiciones de tal modo que llegamos a infravalorar e incluso odiar las tradiciones diferentes:

Un recalcitrante judío anti-cristiano estaba en su lecho de muerte. Toda su familia estaba reunida a su alrededor cuando dijo: “Traedme un sacerdote”. Todos quedaron anonadados, pero su esposa le dijo a su hijo mayor: “Ve, es su último deseo. Trae un sacerdote”. Así que el hijo trajo a un sacerdote católico, que acogió al anciano en su Iglesia, le dio las últimas bendiciones y partió. El hijo mayor, con lágrimas en sus ojos, le susurró al padre: “Papá, toda tu vida nos has educado en la creencia de que la Iglesia de Roma es anti-religiosa. ¿Cómo puedes, cuando te estás muriendo, unirte a ellos? Eres judío y siempre has creído en la tradición judía. ¿Cómo puedes hacer eso en el último momento?”.

Y con su último aliento el viejo susurró: “Así muere otro de esos bastardos”.

¡Se convirtió al catolicismo para que otro católico muriera en el mundo! Es un chiste, pero la mente nos hace realizar cosas iguales de absurdas cuanto tomamos las cosas demasiado en serio jejeje

Visto en: Tabú... La cueva del demonio

Cuestión de espacio

Cuando el espacio es finito, y nuestras calles lo son, o mejoramos el aprovechamiento del mismo, o no cabemos todos. La bicicleta o el transporte colectivo son dos muy buenas formas de ahorrar espacio. Además reduces drásticamente las emisiones y, en el caso de la bici, haces deporte.

Como muestra....


Visto en: VigoBlog