martes, 31 de agosto de 2010
lunes, 30 de agosto de 2010
Klaus Kinski
Klaus Kinski, actor de indudable talento, nos ha dejado grandes interpretaciones, pero lo que sin duda más le ha hecho famoso han sido sus idas de olla, brotes esquizoides o como quiera que lo queramos llamar.
En el recomendable documental "Mi enemigo íntimo" el director Werner Herzog, que trabajó bastante con él, nos cuenta anécdotas sobre la relación de amor odio que tenían.
Como ejemplo de relación, veamos lo que escribía Klaus Kinski en su autobiografía "Yo necesito amor" sobre Werner Herzog:
No es de extrañar que en el rodaje de Fitzcarraldo, en la que usó a indígenas como figurantes, estos se ofrecieron a Werner para matar a Klaus. Werner les respondió que ya se encargaría el mismo. Seguro que ganas no le faltaron.
Como suele pasar, hubo gente que supo cogerle el punto y aprovechar sus dotes interpretativas, como el director Jesús Franco:
Extractos de su autobiografía.
En el recomendable documental "Mi enemigo íntimo" el director Werner Herzog, que trabajó bastante con él, nos cuenta anécdotas sobre la relación de amor odio que tenían.
Como ejemplo de relación, veamos lo que escribía Klaus Kinski en su autobiografía "Yo necesito amor" sobre Werner Herzog:
Es un individuo miserable, se me pega como una mosca cojonera, rencoroso, envidioso, apestoso a ambición y codicia, maligno, sádico, traidor, chantajista, cobarde y un farsante de la cabeza a los pies. Su supuesto "talento" consiste únicamente en torturar criaturas indefensas y, si hace falta, matarlas de cansancio o asesinarlas. Nadie ni nada le interesa, a excepción de su penosa carrera de supuesto cineasta. Impulsado por un ansia patológica de causar sensación, provoca él mismo las más absurdas dificultades y peligros y pone en juego la seguridad e incluso la vida de otros, sólo para después poder decir que él, Herzog, ha domeñado fuerzas aparentemente insuperables. Para sus películas echa mano de personas poco desarrolladas mentalmente y de diletantes, a los que puede manejar a su antojo (¡y, supuestamente, hipnotizar!), y a los que paga un salario de hambre, eso si les paga. El resto son tullidos y abortos de todo tipo, a fin de parecer interesante. No tiene la menor idea de cómo se hace una película. Ya ni intenta darme instrucciones. Hace tiempo que ha renunciado a preguntarme si estoy dispuesto a llevar a cabo sus aburridas chorradas, ya que le tengo prohibido hablar.
Ahora detesto a muerte a ese asesino de Herzog. Le grito a la cara que tengo ganas de verle reventar como la llama que ha hecho ejecutar. ¡Que lo tiren vivo a los cocodrilos! ¡Que lo estrangule una anaconda! ¡Que la picadura de una araña venenosa le deje sin respiración! ¡Que le revienten los sesos por la mordedura de la serpiente más venenosa que exista! No quiero que las garras de una pantera le rajen el gaznate; eso sería demasiado bueno para él. No. ¡Prefiero que las grandes hormigas rojas se le meen en los ojos y se le coman los huevos y las tripas en vida! ¡Que coja la peste! ¡La sífilis! ¡La malaria! ¡La fiebre amarilla! ¡La lepra! Pero es en vano. Cuanto más le deseo la más cruel de las muertes, menos consigo librarme de él.
No es de extrañar que en el rodaje de Fitzcarraldo, en la que usó a indígenas como figurantes, estos se ofrecieron a Werner para matar a Klaus. Werner les respondió que ya se encargaría el mismo. Seguro que ganas no le faltaron.
Como suele pasar, hubo gente que supo cogerle el punto y aprovechar sus dotes interpretativas, como el director Jesús Franco:
Extractos de su autobiografía.
viernes, 27 de agosto de 2010
Amigos
Cuando uno de mis amigos se crea enemigos yo los convierto en mis enemigos... y a ese le temen.
Lo decía Marlon Brando (Don Vito Corleone) en El Padrino.
jueves, 26 de agosto de 2010
Estamos rodeados!
Esta animación muestra los asteroides que se han ido descubriendo en nuestro Sistema Solar desde 1980 hasta la actualidad. Recordatorio: la Tierra es el tercer planeta desde el Sol. En verde aparecen los asteroides normales y corrientes; los rojos son los que cruzan la órbita de la Tierra. Los ocasiones flashes que se ven corresponden con oleadas de descubrimientos, que curiosamente suelen producirse en la región opuesta al Sol, vistos desde nuestro planeta. La movidilla interesante comienza a finales de los 90; la cifra actual ya llega al medio millón.
Visto en Microsiervos.com
Visto en Microsiervos.com
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Astronomía
jueves, 19 de agosto de 2010
martes, 17 de agosto de 2010
lunes, 16 de agosto de 2010
viernes, 13 de agosto de 2010
jueves, 12 de agosto de 2010
Reputación y honor
La reputación es lo que los demás saben de ti. El honor es lo que tú sabes de ti mismo.
Visto en Microsiervos
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Frases
miércoles, 11 de agosto de 2010
La religión en España
Interesante artículo donde, basándose en las encuestas del CIS, se muestra el estado de las creencias religiosas en España.
El artículo completo se puede leer en el interesante blog La Ciencia y sus demonios.
El artículo completo se puede leer en el interesante blog La Ciencia y sus demonios.
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Curiosidades,
Religión
martes, 10 de agosto de 2010
Cantos de focas
Tras volver a ver el genial documental Encuentros en el Fin del Mundo, de Werner Herzog, he vuelto a sorprenderme con la parte en la que se muestra el sonido de las focas grabado bajo el agua. Resulta increíble que un mamífero pueda producir un sonido que perfectamente podría salir de un sintetizador Moog en un concierto de música electrónica.
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Curiosidades,
Vídeos
lunes, 9 de agosto de 2010
El dinero es deuda II
Segunda parte del interesante documental que nos cuenta el lado oscuro del dinero.
Primera parte. El dinero es deuda I.
Primera parte. El dinero es deuda I.
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Documentales,
Economía,
Vídeos
jueves, 5 de agosto de 2010
Entrevista a Jordi Portabella
Interesante entrevista a Jordi Portabella, presidente del grupo municipal de ERC en Barcelona pero también biólogo de formación y un activo defensor de los derechos de los animales.
Los taurinos defienden que los animales están para servir a los humanos.
Esta es una diferencia ética fundamental entre abolicionistas y taurófilos. Inicialmente, la especie humana creyó que el planeta era plano, después se supo que no, que era redondo. Después que la tierra era el centro del universo y resultó que no, que da vueltas al sol. Ahora hay que entender que no somos la única especie inteligente y sensible del planeta aunque seamos la más inteligente y la más sensible. ¡Sin duda!
Se puede leer completa en Publico.es
Los taurinos defienden que los animales están para servir a los humanos.
Esta es una diferencia ética fundamental entre abolicionistas y taurófilos. Inicialmente, la especie humana creyó que el planeta era plano, después se supo que no, que era redondo. Después que la tierra era el centro del universo y resultó que no, que da vueltas al sol. Ahora hay que entender que no somos la única especie inteligente y sensible del planeta aunque seamos la más inteligente y la más sensible. ¡Sin duda!
Se puede leer completa en Publico.es
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Antitaurino
miércoles, 4 de agosto de 2010
La base moral del vegetarianismo
Discurso de Mohandas Karamchand (Mahatma) Gandhi en una reunión social organizada por la Sociedad Vegetariana de Londres el 20 de noviembre de 1931. Publicado en EVU News, Núm. 1 /1998
Señor presidente, compañeros vegetarianos y amigos:
No tengo que decirles que tan complacido estuve cuando recibí la invitación para estar presente en esta reunión, pues reviví viejos recuerdos y agradables reminiscencias de amistades que establecí con vegetarianos. Me siento especialmente distinguido al encontrar a mi derecha al señor Henry Salt. Fue el libro del señor Salt Una petición por el vegetarianismo, el que me mostró porqué aparte de un hábito heredado, y de la adhesión a un voto que me fue impartido por mi madre, tenía razones para ser vegetariano. Me enseñó porqué era un deber moral concerniente a los vegetarianos el no vivir por la muerte de nuestros amigos los animales. Por tal motivo, para mí es de mucho agrado tener al señor Salt entre nosotros.
No pretendo ocupar su tiempo expresándoles mis experiencias con el vegetarianismo, ni tampoco quiero hablarles de la gran dificultad que enfrenté en el propio Londres para permanecer firme en él, pero sí me gustaría compartir con ustedes algunos de los pensamientos que he desarrollado con respecto a este. Hace cuarenta años solía mezclarme libremente con vegetarianos. En ese momento había apenas un restaurante vegetariano en Londres que no había visitado. Y me propuse por curiosidad, y para estudiar las posibilidades del vegetarianismo y de los restaurantes vegetarianos en Londres, visitar cada uno de ellos. Naturalmente, entré en estrecho contacto con muchos vegetarianos. Al estar en las mesas, me di cuenta que la conversación trataba en su mayor parte sobre la alimentación y las enfermedades. También pude ver que los vegetarianos que se esforzaban para mantenerse en su vegetarianismo, encontraban muy difícil hacerlo desde el punto de vista de la salud.
No sé si hoy en día ustedes tengan ese tipo de debates, pero yo acostumbraba a asistir en esa época a discusiones sostenidas entre los propios vegetarianos, y entre vegetarianos y no-vegetarianos. Recuerdo un debate similar entre el Dr. Densmore y el fallecido Dr. T. R. Allinson. En ese entonces, los vegetarianos tenían el hábito de hablar nada más que sobre la alimentación y las enfermedades. Yo condisero que esa es la peor manera de ocuparse de este asunto. También veo que aquellas personas que se vuelven vegetarianas porque están padeciendo alguna enfermedad o algo parecido —es decir, solamente desde el punto de vista de la salud—, son las que se retiran en mayor medida. Descubrí que para permanecer firme en el vegetarianismo, un hombre requiere una base moral.
Para mí, ese fue un gran descubrimiento en mi búsqueda de la verdad. A temprana edad, en el curso de mis experimentos, me di cuenta que una base egoísta no serviría para conducir a un hombre hacia lo más alto en los caminos de la evolución. Lo que se requería era un propósito altruista. También me di cuenta que la salud no era un monopolio exclusivo de los vegetarianos. Encontré que muchas personas no se inclinaban hacia una u otra dirección, y que los no-vegetarianos mostraban, generalmente hablando, una buena salud. Igualmente pude observar que para algunos vegetarianos era imposible seguir siéndolo porque habían hecho de la comida un fetiche y porque pensaban que volviéndose vegetarianos podrían comer tantas lentejas, judías, fríjoles y queso como quisieran. Pero desde luego, aquellas personas quizá no podrían mantenerse saludables.
Al observar a lo largo de estas líneas, me percaté que un hombre debe comer con moderación y de vez en cuando ayunar. Ningún hombre o mujer comió realmente con moderación o consumió simplemente aquella cantidad que el cuerpo requiere y nada más. Fácilmente caemos víctimas de las tentaciones del paladar y, por consiguiente, cuando algo sabe delicioso, no nos importa tomar uno o dos bocados más. Pero ustedes no pueden mantenerse saludables bajo esas circunstancias. Por lo tanto, descubrí que para mantener la salud, sin importar lo que comieran, era necesario reducir la cantidad de alimento y el número de comidas. Vuélvasen moderados: fallen en el lado de lo menos, en vez de hacerlo en el lado de lo más. Cuando invito amigos a participar de mis comidas nunca los presiono para que tomen algo, excepto lo que ellos exijan. Al contrario, les digo que no tomen algo si no lo desean.
Lo que quiero que comprendan es que los vegetarianos necesitan ser tolerantes si quieren convertir a otros al vegetarianismo. Tengan un poco de humildad. Debemos apelar al sentido moral de las personas que no están de acuerdo con nosotros. Si un vegetariano enfermara y un doctor le prescribiera caldo de carne, entonces no lo llamaría un vegetariano. Un vegetariano se hace de un material más fuerte. ¿Por qué? Porque es para la edificación del espíritu y no del cuerpo. El hombre es más que carne. El espíritu del hombre es lo que nos interesa. Por lo tanto, los vegetarianos deberían tener esa base moral, porque un hombre no nació como un animal carnívoro, sino que nació para vivir de las frutas y las hierbas que la tierra produce. Sé que todos debemos cometer errores. Yo dejaría la leche si pudiera, pero no puedo. Lo he intentando cientos de veces. Después de una seria enfermedad no pude recobrar mis fuerzas a menos que volviera a tomar leche. Ésa ha sido la tragedia de mi vida. Pero la base de mi vegetarianismo no es física, sino moral. Si alguien dijera que voy a morir si no como caldo de carne o carne de cordero, incluso por consejo médico, preferiría morir. Ésa es la base de mi vegetarianismo.
Me gustaría opinar que todos aquellos que nos autonombramos vegetarianos deberíamos tener esa base. Había miles de carnívoros que no continuaron comiendo carne. Debe haber una razón clara para que hagamos ese cambio en nuestras vidas, para que adoptemos hábitos y costumbres diferentes a los de la sociedad, aunque a veces ese cambio pueda molestar a nuestros más allegados y queridos. Por nada del mundo deberían sacrificar un principio moral. Por consiguiente, la única base para tener una sociedad vegetariana y para proclamar un principio vegetariano es, y debe ser, una base moral. No voy a decirles, según lo que he visto y he recorrido por el mundo, que los vegetarianos, en general, disfruten de una mejor salud que los carnívoros. Pertenezco a un país que en su mayoría es vegetariano por hábito o por necesidad. Por lo tanto, no puedo declarar que eso demuestre una mayor resistencia, un mayor ánimo, o una mayor inmunidad contra las enfermedades, ya que eso es algo particular y personal. Requiere obediencia, y una escrupulosa obediencia, a todas las leyes de higiene.
De hecho, pienso que lo que los vegetarianos deben hacer es no destacar las implicaciones físicas del vegetarianismo, sino observar las implicaciones morales. Aunque todavía no hemos olvidado que tenemos muchas cosas en común con los animales, no tenemos completamente en cuenta que hay ciertas cosas que nos diferencian de ellos. Claro está que tenemos animales vegetarianos como la vaca y el toro —los cuales son mejores vegetarianos que nosotros—, pero hay algo mucho más noble que nos llama al vegetarianismo. Por consiguiente, pensé darle énfasis únicamente a la base moral del vegetarianismo durante los pocos minutos en que tendría el privilegio de hablarles. Y diría que he comprobado por mi propia experiencia y por la experiencia de miles de amigos y compañeros, que ellos encuentran satisfacción, hasta donde concierne al vegetarianismo, de la base moral que han escogido para mantenerlo. Para terminar, les agradezco a todos por venir aquí y permitirme ver personas vegetarianas cara a cara. No puedo decir que solía reunirme con ustedes hace 40 o 42 años. Supongo que los rostros de la Sociedad Vegetariana de Londres han cambiado. Hay muy pocos miembros que como el Señor Salt pueden afirmar que su relación con la Sociedad se extiende por más de 40 años.
El Señor Henry S. Salt fue Maestro Auxiliar en Eaton entre 1875 y 1884, Secretario Honorario de la Liga Humanitaria entre 1891 y 1919. Ha sido vegetariano por más de 50 años y nunca ha tenido razón para dudar de la superioridad de esta dieta. Tenía ochenta años en el momento del discurso de Gandhi y era una escritor cuya opinión de la actual «civilización» puede apreciarse en el título de su libro Setenta años entre salvajes.
Visto en RespuestasVeganas.org
Señor presidente, compañeros vegetarianos y amigos:
No tengo que decirles que tan complacido estuve cuando recibí la invitación para estar presente en esta reunión, pues reviví viejos recuerdos y agradables reminiscencias de amistades que establecí con vegetarianos. Me siento especialmente distinguido al encontrar a mi derecha al señor Henry Salt. Fue el libro del señor Salt Una petición por el vegetarianismo, el que me mostró porqué aparte de un hábito heredado, y de la adhesión a un voto que me fue impartido por mi madre, tenía razones para ser vegetariano. Me enseñó porqué era un deber moral concerniente a los vegetarianos el no vivir por la muerte de nuestros amigos los animales. Por tal motivo, para mí es de mucho agrado tener al señor Salt entre nosotros.
No pretendo ocupar su tiempo expresándoles mis experiencias con el vegetarianismo, ni tampoco quiero hablarles de la gran dificultad que enfrenté en el propio Londres para permanecer firme en él, pero sí me gustaría compartir con ustedes algunos de los pensamientos que he desarrollado con respecto a este. Hace cuarenta años solía mezclarme libremente con vegetarianos. En ese momento había apenas un restaurante vegetariano en Londres que no había visitado. Y me propuse por curiosidad, y para estudiar las posibilidades del vegetarianismo y de los restaurantes vegetarianos en Londres, visitar cada uno de ellos. Naturalmente, entré en estrecho contacto con muchos vegetarianos. Al estar en las mesas, me di cuenta que la conversación trataba en su mayor parte sobre la alimentación y las enfermedades. También pude ver que los vegetarianos que se esforzaban para mantenerse en su vegetarianismo, encontraban muy difícil hacerlo desde el punto de vista de la salud.
No sé si hoy en día ustedes tengan ese tipo de debates, pero yo acostumbraba a asistir en esa época a discusiones sostenidas entre los propios vegetarianos, y entre vegetarianos y no-vegetarianos. Recuerdo un debate similar entre el Dr. Densmore y el fallecido Dr. T. R. Allinson. En ese entonces, los vegetarianos tenían el hábito de hablar nada más que sobre la alimentación y las enfermedades. Yo condisero que esa es la peor manera de ocuparse de este asunto. También veo que aquellas personas que se vuelven vegetarianas porque están padeciendo alguna enfermedad o algo parecido —es decir, solamente desde el punto de vista de la salud—, son las que se retiran en mayor medida. Descubrí que para permanecer firme en el vegetarianismo, un hombre requiere una base moral.
Para mí, ese fue un gran descubrimiento en mi búsqueda de la verdad. A temprana edad, en el curso de mis experimentos, me di cuenta que una base egoísta no serviría para conducir a un hombre hacia lo más alto en los caminos de la evolución. Lo que se requería era un propósito altruista. También me di cuenta que la salud no era un monopolio exclusivo de los vegetarianos. Encontré que muchas personas no se inclinaban hacia una u otra dirección, y que los no-vegetarianos mostraban, generalmente hablando, una buena salud. Igualmente pude observar que para algunos vegetarianos era imposible seguir siéndolo porque habían hecho de la comida un fetiche y porque pensaban que volviéndose vegetarianos podrían comer tantas lentejas, judías, fríjoles y queso como quisieran. Pero desde luego, aquellas personas quizá no podrían mantenerse saludables.
Al observar a lo largo de estas líneas, me percaté que un hombre debe comer con moderación y de vez en cuando ayunar. Ningún hombre o mujer comió realmente con moderación o consumió simplemente aquella cantidad que el cuerpo requiere y nada más. Fácilmente caemos víctimas de las tentaciones del paladar y, por consiguiente, cuando algo sabe delicioso, no nos importa tomar uno o dos bocados más. Pero ustedes no pueden mantenerse saludables bajo esas circunstancias. Por lo tanto, descubrí que para mantener la salud, sin importar lo que comieran, era necesario reducir la cantidad de alimento y el número de comidas. Vuélvasen moderados: fallen en el lado de lo menos, en vez de hacerlo en el lado de lo más. Cuando invito amigos a participar de mis comidas nunca los presiono para que tomen algo, excepto lo que ellos exijan. Al contrario, les digo que no tomen algo si no lo desean.
Lo que quiero que comprendan es que los vegetarianos necesitan ser tolerantes si quieren convertir a otros al vegetarianismo. Tengan un poco de humildad. Debemos apelar al sentido moral de las personas que no están de acuerdo con nosotros. Si un vegetariano enfermara y un doctor le prescribiera caldo de carne, entonces no lo llamaría un vegetariano. Un vegetariano se hace de un material más fuerte. ¿Por qué? Porque es para la edificación del espíritu y no del cuerpo. El hombre es más que carne. El espíritu del hombre es lo que nos interesa. Por lo tanto, los vegetarianos deberían tener esa base moral, porque un hombre no nació como un animal carnívoro, sino que nació para vivir de las frutas y las hierbas que la tierra produce. Sé que todos debemos cometer errores. Yo dejaría la leche si pudiera, pero no puedo. Lo he intentando cientos de veces. Después de una seria enfermedad no pude recobrar mis fuerzas a menos que volviera a tomar leche. Ésa ha sido la tragedia de mi vida. Pero la base de mi vegetarianismo no es física, sino moral. Si alguien dijera que voy a morir si no como caldo de carne o carne de cordero, incluso por consejo médico, preferiría morir. Ésa es la base de mi vegetarianismo.
Me gustaría opinar que todos aquellos que nos autonombramos vegetarianos deberíamos tener esa base. Había miles de carnívoros que no continuaron comiendo carne. Debe haber una razón clara para que hagamos ese cambio en nuestras vidas, para que adoptemos hábitos y costumbres diferentes a los de la sociedad, aunque a veces ese cambio pueda molestar a nuestros más allegados y queridos. Por nada del mundo deberían sacrificar un principio moral. Por consiguiente, la única base para tener una sociedad vegetariana y para proclamar un principio vegetariano es, y debe ser, una base moral. No voy a decirles, según lo que he visto y he recorrido por el mundo, que los vegetarianos, en general, disfruten de una mejor salud que los carnívoros. Pertenezco a un país que en su mayoría es vegetariano por hábito o por necesidad. Por lo tanto, no puedo declarar que eso demuestre una mayor resistencia, un mayor ánimo, o una mayor inmunidad contra las enfermedades, ya que eso es algo particular y personal. Requiere obediencia, y una escrupulosa obediencia, a todas las leyes de higiene.
De hecho, pienso que lo que los vegetarianos deben hacer es no destacar las implicaciones físicas del vegetarianismo, sino observar las implicaciones morales. Aunque todavía no hemos olvidado que tenemos muchas cosas en común con los animales, no tenemos completamente en cuenta que hay ciertas cosas que nos diferencian de ellos. Claro está que tenemos animales vegetarianos como la vaca y el toro —los cuales son mejores vegetarianos que nosotros—, pero hay algo mucho más noble que nos llama al vegetarianismo. Por consiguiente, pensé darle énfasis únicamente a la base moral del vegetarianismo durante los pocos minutos en que tendría el privilegio de hablarles. Y diría que he comprobado por mi propia experiencia y por la experiencia de miles de amigos y compañeros, que ellos encuentran satisfacción, hasta donde concierne al vegetarianismo, de la base moral que han escogido para mantenerlo. Para terminar, les agradezco a todos por venir aquí y permitirme ver personas vegetarianas cara a cara. No puedo decir que solía reunirme con ustedes hace 40 o 42 años. Supongo que los rostros de la Sociedad Vegetariana de Londres han cambiado. Hay muy pocos miembros que como el Señor Salt pueden afirmar que su relación con la Sociedad se extiende por más de 40 años.
El Señor Henry S. Salt fue Maestro Auxiliar en Eaton entre 1875 y 1884, Secretario Honorario de la Liga Humanitaria entre 1891 y 1919. Ha sido vegetariano por más de 50 años y nunca ha tenido razón para dudar de la superioridad de esta dieta. Tenía ochenta años en el momento del discurso de Gandhi y era una escritor cuya opinión de la actual «civilización» puede apreciarse en el título de su libro Setenta años entre salvajes.
Visto en RespuestasVeganas.org
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Protección animal
martes, 3 de agosto de 2010
domingo, 1 de agosto de 2010
Educando a los niños
Viendo la opinión de muchos de los partidarios de las corridas de toros da la sensación de que de pequeños vieron este corto de Disney (Fernando, el toro. Oscar al mejor cortometraje de animación de 1938) y se lo creyeron.
Se trata de un corto de Disney y no se le puede pedir peras al olmo, pero me pregunto qué efecto tiene para los niños el ver que los toros se pelean por ser elegidos para la corrida, lo felices que van a la plaza y omitir lo que en realidad significa una corrida de toros para un dicho animal. Siendo igualmente dibujos animados, prefiero la visión que se da de "la fiesta" en estos otros dibujos animados.
Por cierto que muy instructivo el detalle de los corchos colgados cual manzanas o peras en el alcornoque. Ya tenemos resuelta la duda de dónde venían los corchos.
Se trata de un corto de Disney y no se le puede pedir peras al olmo, pero me pregunto qué efecto tiene para los niños el ver que los toros se pelean por ser elegidos para la corrida, lo felices que van a la plaza y omitir lo que en realidad significa una corrida de toros para un dicho animal. Siendo igualmente dibujos animados, prefiero la visión que se da de "la fiesta" en estos otros dibujos animados.
Por cierto que muy instructivo el detalle de los corchos colgados cual manzanas o peras en el alcornoque. Ya tenemos resuelta la duda de dónde venían los corchos.
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