Recientemente me hablaron acerca de un experimento en que colegas de
economía estaban colaborando con biólogos. Parece ser que en una granja
de pollos se pintaba a unos pocos de los pollos recién nacidos de color
azul, y se observaba el comportamiento de los demás pollos. La
situación era radicalmente distinta dependiendo del número de pollos
pintados. Cuando este era bajo, los demás pollos los atacaban, hasta
matarlos a picotazos, pero si el número de pollos pintados sobrepasaba
un cierto umbral, entonces el color azul dejaba de tener importancia, y
los pollos convivían tranquilamente.
Independientemente de si el tener las plumas azules se puede
considerar una ventaja comparativa para la supervivencia, la lección que
se desprende de la historia anterior es que hay una tendencia
instintiva a matar al alienígena, entendiendo por tal a aquel que es
diferente de los demás. Una intolerancia intrínseca ante lo diferente y
pequeño.
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