Los Ferrari molan. Tienen un pedazo de motor, son (normalmente) de un color rojo muy chulo, suenan que da gusto oírlos... pero tienen la pega de que apenas tienen espacio para llevar cosas. Un tipo italiano ha dado con la solución: Ponerle a un Citroën 2CV (modelo furgoneta) el motor (y supongo que algo más) de un Ferrari 355.
El resultado, no sé si será útil, pero seguro que se queda con toda la peña.
Estos eslovenos que, como yo, no controlan tanto de mecánica se conforman con ponerle al 2CV el sonido de un Ferrari F1.
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